viernes, 18 de octubre de 2013

Tolkien y las hadas


Cuando Tolkien escribe El Libro de los Cuentos Perdidos la idea de las hadas está muy viva no sólo como folclore literario, sino que aún se sigue hablando de ellas como leyendas que se cuentan en pueblos y aldeas. Por supuesto, hasta donde sabemos, Tolkien no afirma que existan las hadas, pero al igual que inventa una mitología inexistente para Inglaterra, en ella se quiere explicar el origen de estos personajes.
En esos primeros tiempos Valinor es Faërie o Faëry, relacionado por supuesto con el término inglés “fairy” traducido comúnmente como “hada”, aunque hay que recalcar que esta palabra carece de género en inglés, por lo que es aplicable en masculino y en femenino.


“Faëry”, el país de las hadas, es el lugar mágico por excelencia, y los seres y poderes de él emanados contienen el elemento de lo feérico. Hasta aquí la idea general, pero lo cierto es que Tolkien es ambiguo en la aplicación de este término. Los Valar son “hadas” en cierta forma pero los Maiar también: la palabra “hada” acompaña a Melian en muchas de sus apiriciones en estos primeros relatos. Sin embargo ambos pueblos son “Ainur”, de los cuales los primeros son específicamente “dioses”, o al menos los hombres los consideraron dioses.
Pero parece que las hadas, tal como nos llegaron desde los Días Antiguos, son restos del pueblo élfico. En Faëry por supuesto los elfos son “fairies”, pero los elfos que no han escapado a esa isla han pasado a ser un pueblo oculto que sobrevive entre nosotros.

He aquí una de las nociones primitivas – que no sobrevivió – más hermosa: con el tiempo esos elfos menguaron en tamaño, al mismo tiempo se fueron haciendo más tenues en su forma física, hasta llegar a ser parte de un mundo invisible salvo para unos pocos afortunados. Esas son las “hadas” (de ambos géneros) que aún pueden verse, y que aún gozan de algo de su antigua magia.


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